¿Qué tan deshonesto te consideras? Lo siento si soy muy directa y probablemente digas: tú ni me conoces y me preguntas si soy deshonesta que fea manera de iniciar una conversación. A lo que yo entre risas te respondería: solo mido tu “factor de tolerancia” claramente dudo que te consideres deshonesto. Y sobre eso y un poquito más sobre lo que te contaré a continuación.

El economista Gary Becker, premio nobel de economía, nos plantea un modelo llamado “Modelo Simple de Crimen Racional”, más conocido como SMORC por sus siglas en inglés. Su modelo guarda la esencia de una persona fría y calculadora, que analiza su coste beneficio antes de realizar un acto deshonesto, incluso robar. Este modelo cubre el accionar de una persona totalmente racional que piensa en todas las posibles posibilidades que lo descubran en el acto y analiza su coste beneficio y puede imaginar el castigo que podría desencadenar su acción.

En el mundo real, en el que no todas nuestras acciones giran alrededor de nuestro súper yo racional, las cosas cambian. La deshonestidad esta tachada por una norma social que en este caso es la honestidad, claramente no es aceptable las conductas deshonestas en la sociedad; ser deshonesto implica una fuerte dosis de emociones y sentimientos no cubiertos por nuestro sistema de razonamiento.

Según Kahneman (2002) un supuesto especialmente poco realista del modelo del agente racional es que los agentes efectúan sus elecciones en un contexto inclusivo exhaustivo, que incorpora todos los detalles posibles y obviamente relevantes de la situación a tratar en algún momento determinado, así como de las expectativas acerca de cada una de las oportunidades y riesgos futuros. Existen pruebas a favor de todo lo contrario, señalando así que las perspectivas de la gente respecto a las decisiones y los resultados se caracterizan normalmente por “marcos limitados”, y por los conceptos relacionados con el “cálculo mental” y “agrupamiento de las decisiones”.

Un chiste que me encantó en el segundo capítulo de “Por qué mentimos… en especial a nosotros mismos” de Ariely es: “Jimmy, de ocho años, llega a casa desde la escuela con una nota del maestro que dice: Jimmy ha robado un lápiz de su compañero de pupitre. El padre se pone furioso. Hace todo lo posible para sermonear a Jimmy y hacerle saber lo disgustado y decepcionado que está, y le castiga durante dos semanas. ¡Y espera a que venga tu madre!, dice al chico con tono amenazador. En todo caso, concluye, si necesitabas un lápiz ¿por qué no lo decías? ¿Por qué no lo pedías y ya está? Sanes muy bien que puedo traerte docenas de lápices de la oficina.

Es posible engañar y ser deshonestos durante el día, todo dependerá de nuestro factor de tolerancia, que depende del grado de engaño en determinada situación, ¿sabías que es más difícil robar S/.1 que robar un lápiz?

Como hemos visto y sabemos, es fácil engañar, pero sé que no te sentiste bien cuando te lo pregunte al inicio y probablemente la situación del párrafo anterior pueda resultar familiar, así que con el fin de ser mejores personas para esta sociedad es bueno saber que somos expertos en engañarnos a nosotros mismo y nos creamos historias que logren justificar nuestros actos inmorales, así que analicemos que tan perjudicial es para la sociedad nuestro factor de tolerancia frente a nuestros actos y los de los demás.  Adoptemos mecanismos para poner freno a la deshonestidad, sé que no será sencillo pero si es posible. ¿Me prometes que lo harás?…

Para hacer más sencilla la tarea de no ser deshonesto recurriremos nuevamente a Dan Ariely quien nos recuerda lo siguiente, la deshonestidad aumenta cuando hay presencia de las siguientes fuerzas: capacidad de racionalizar, conflictos de interés, creatividad, acción inmoral, agotamiento, otros se benefician de nuestra deshonestidad, vigilar a otros que se comportan deshonestamente y de la cultura.  También asegura que la deshonestidad se ve reducida cuando: existe una promesa previa de ser honestos, al colocar nuestra firma en modo de dar nuestra palabra, recordatorios morales estratégicamente ubicados y de la supervisión.

Sabiendo todo esto apliquémoslo y hagamos que nuestra nariz de pinocho disminuya, que la adrenalina que nos recorre al mentir y ser deshonestos sin ser descubiertos no nos juegue en contra.

 

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